Este texto habla de la posición que tomamos con nuestros profesores, la simpatía o antipatía que podemos tener hacia ellos. Esa actitud se debe y se explica en nuestra relación temprana con nuestro padre, en los primeros años el ser humano ha consolidado la índole y el tono afectivo de sus vínculos. Las personas que conozcamos después de la familia van a ser el sustituto de esos objetos de sentimientos.
Los “imagos” son el padre, la madre, el hermano, la hermana, etc. Todas las elecciones posteriores de amistad y relaciones amorosas se producen sobre la base de huellas mnémicas que aquellos primeros modelos dejaron tras sí. La mas importantes de estas imagos, es la del padre es la que conserva el joven y el adulto. El niño comienza a amar y a admirar a su padre y luego deviene el modelo al cual uno no quiere imitar sino eliminar para ocupar su lugar esto lo denominan “ambivalencia de sentimientos” o dos sentidos diferentes de actitud sobre padre.
Cuando el joven comienza a salir de su casa, teniendo encuentros con sus maestros, estos se convierten en el sustituto de su padre, se transfiere sobre ellos ese respeto, esa admiración y el sentimiento de que son adultos inalcanzables.
En suma la relación con las personas depende de esos primeros vínculos y actitudes que tuvimos en nuestra infancia con nuestra familia. Así también la relación con nuestros maestros depende de ello.
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